Galicia se encuentra en el
ángulo noroeste de la península ibérica. Aquí está el punto más septentrional
de España, la Estaca de Bares (latitud 43º 47’ 38” N) y el más occidental de
España en la península (cabo de Touriñán, longitud9º 17’ 50” O). Limita al
norte con el mar Cantábrico y al oeste con el océano Atlántico, al este con las
comunidades autónomas del Principado de Asturias y Castilla y León (León y
Zamora) y al sur con Portugal. Tiene una superficie de 29.365 km2 y sus costas
tienen una longitud total de 1.498 kilómetros. En el censo del 2001 Galicia
tiene 2.695.880 habitantes, lo que da una densidad media de 91 h/km2.
Galicia comprenden cuatro
provincias: La Coruña (A Coruña), Lugo, Orense (Ourense) y Pontevedra. Se
convirtió en comunidad autónoma el 6 de abril de 1981. Posee dos idiomas
oficiales, el español y el gallego. Existen dos ciudades principales La Coruña
y Vigo. La capital de la comunidad autónoma es Santiago de Compostela.
Para poder realizar este viaje y que el aprendizaje del
mismo valga la pena, debemos informarnos sobre las características de las zonas
que vamos a visitar.
El relieve
El conjunto gallego se desarrolla sobre un macizo
antiguo. Las raíces graníticas de una antigua cordillera que hoy está
totalmente erosionada. No obstante, este conjunto fue abombado durante la
orogenia alpina, por lo que hoy en día Galicia asciende desde el mar hasta los
1.600-2.100 metros de altitud, que se alcanzan en las más altas cumbres de las
montañas. La mayor parte de Galicia se encuentra a unos 500-600 metros sobre el
nivel del mar. Existe una cadena de sierras prelitorales de dirección
norte-sur, discontinuas y de escasa altitud (poco más de 1.000 metros), que
separan, Terra Cha, la meseta de Lugo y el valle del Miño de la costa: la dorsal
gallega. Las mayores altitudes son: peña Trevinca (2.095 m) y Cabeza de
Manzaneda (1.778 m).
En este conjunto se desarrolla un típico relieve
fracturado, con múltiples fallas y bloques elevados y hundidos. Los bloques
elevados forman las sierras graníticas y los bloques hundidos cubetas rellenas
de sedimentos cuaternarios, buenas para la agricultura. Los bloques no están,
aún, totalmente asentados, por lo que no son raros los terremotos de pequeña
intensidad.
Al norte encontramos superficies planas y suavemente
onduladas. Se distinguen tres unidades:
La meseta de Lugo, rodeada de rebordes montañosos y con
una altitud media de 450-550 metros de altitud.
La meseta noroccidental es una extensa plataforma abierta
al mar y limitada al este por las sierras prelitorales en la que se encajan
importantes ríos como el río Ulla y el río Tambre. Entre la desembocadura de
estos ríos se encuentra la sierra de Barbanza que separa las rías de Muros y
Arosa.
La Rías Altas es la parte costera de la Galicia
septentrional. El nombre de Rías Altas no sólo se debe a que estén en el norte,
sino a que su costa presenta un acantilado que eleva la costa con respecto al
nivel del mar.
En el sur podemos diferenciar tres conjuntos:
Las Rías Bajas: ría de Muros y Noya, ría de Arosa
(Arousa), ría de Pontevedra, ría de Vigo y Bayona. Son llamadas Rías Bajas
tanto por estar en el sur como porque no presentan acantilados. Son rías
amplias salpicadas por multitud de islas, entre las que destacan las islas
Cies, isla de Ons e Isla Sálvora.
Las sierras prelitorales son bloques graníticos elevados
que se encuentran intensamente fracturados. Los ejes más importantes son las
sierras de Testeiro (920 m), Suido (1.055 m) y Faro (1.151 m). De aquí parten
numerosos ríos, cortos y rápidos.
Las depresiones y las sierras interiores orensanas. Esta
es la región por la que discurre el curso medio del río Miño. Distinguimos la
depresión de Orense de unos 200 metros de altitud, que está rodeada de un
conjunto de tierras ligeramente más altas, unos 600 metros y en la que es
encuentran otras depresiones menores: Arnoya (Orense), Caraballino (Orense),
Maceda (Orense); y el sector oriental, un conjunto montañoso de bloques
elevados y hundidos entre las que destacan las sierras de San Mamede (1.707 m)
y Queija, su mayor pico es el de Cabeza de Manzaneda (1.778 m).
El clima
Posee un clima lluvioso, ya
que toda ella recibe la influencia de los vientos dominantes del oeste que
traen masas de aire húmedas, ya sean estas polares o tropicales. No obstante,
la frecuencia y distribución de las lluvias no es la misma en toda la región.
En el norte tenemos un clima marítimo de la costa oeste de los continentes,
mientras que en el sur existe un clima que sin dejar de ser marítimo tiene
tendencia al clima mediterráneo. Los centros de acción que definen el clima gallego
son el frente polar y el anticiclón de las Azores.
Por su posición en el
planeta Galicia tiene un clima de temperaturas suaves, con una amplitud térmica
reducida (entre 8 y 15 ºC), y unas precipitaciones abundantes casi siempre por
encima de los 800 mm y cuyo máximo se alcanza en invierno y el mínimo en
verano. En verano puede haber uno o dos meses de aridez, lo que nos habla de la
cercanía del clima mediterráneo. Las medias de las temperaturas mínimas se dan
en invierno y están entre los 7 ºC de las zonas más frías y los 13 ºC, mientras
que la media de las máximas están entre los 15 ºC los 24 ºC de las zonas más
cálidas en verano. No obstante, existen grandes diferencias de temperaturas a
causa del efecto de las montañas sobre las temperaturas. En las sierras
prelitorales que superan los 1.000 metros y el macizo galaico-leonés las
temperaturas son frías en invierno y frescas en verano. Incluso hay uno o dos
meses de heladas seguras y de precipitaciones en forma de nieve.
Las zonas costeras están
sometidas a vientos constantes, que frecuentemente llegan a ser fuertes. La
zona de la mesta de Lugo y Terra Cha es ligeramente más seca que la costa, con
cierta tendencia a la continentalización, debido a la presencia de las sierras
prelitorales. En las depresiones orensanas es frecuente que se den situaciones
de inversión térmica que provoca nieblas persistentes en el fondo de los
valles. En las montañas interiores suelen darse lluvias orográficas, provocadas
por unos vientos que empujan las masas de aire húmedo sobre unos relieves que
superan los 1.500 metros de altitud.
Aunque en general Galicia es
una región lluviosa existen grandes contrastes.
Posee un clima lluvioso, ya
que toda ella recibe la influencia de los vientos dominantes del oeste que
traen masas de aire húmedas, ya sean estas polares o tropicales. No obstante,
la frecuencia y distribución de las lluvias no es la misma en toda la región.
En el norte tenemos un clima marítimo de la costa oeste de los continentes,
mientras que en el sur existe un clima que sin dejar de ser marítimo tiene
tendencia al clima mediterráneo. Los centros de acción que definen el clima gallego
son el frente polar y el anticiclón de las Azores.
Por su posición en el
planeta Galicia tiene un clima de temperaturas suaves, con una amplitud térmica
reducida (entre 8 y 15 ºC), y unas precipitaciones abundantes casi siempre por
encima de los 800 mm y cuyo máximo se alcanza en invierno y el mínimo en
verano. En verano puede haber uno o dos meses de aridez, lo que nos habla de la
cercanía del clima mediterráneo. Las medias de las temperaturas mínimas se dan
en invierno y están entre los 7 ºC de las zonas más frías y los 13 ºC, mientras
que la media de las máximas están entre los 15 ºC los 24 ºC de las zonas más
cálidas en verano. No obstante, existen grandes diferencias de temperaturas a
causa del efecto de las montañas sobre las temperaturas. En las sierras
prelitorales que superan los 1.000 metros y el macizo galaico-leonés las
temperaturas son frías en invierno y frescas en verano. Incluso hay uno o dos
meses de heladas seguras y de precipitaciones en forma de nieve.
Las zonas costeras están
sometidas a vientos constantes, que frecuentemente llegan a ser fuertes. La
zona de la mesta de Lugo y Terra Cha es ligeramente más seca que la costa, con
cierta tendencia a la continentalización, debido a la presencia de las sierras
prelitorales. En las depresiones orensanas es frecuente que se den situaciones
de inversión térmica que provoca nieblas persistentes en el fondo de los
valles. En las montañas interiores suelen darse lluvias orográficas, provocadas
por unos vientos que empujan las masas de aire húmedo sobre unos relieves que
superan los 1.500 metros de altitud.
Aunque en general Galicia es
una región lluviosa existen grandes contrastes.
La vegetación
La vegetación en Galicia
depende de tres factores fundamentales, el suelo, el clima lluvioso y la acción
antrópica.
El suelo depende
decisivamente de la naturaleza de la roca, que por el carácter de penillanura
de Galicia es mayoritariamente granito. Las regiones en las que aflora el
granito tienen suelos pobres. Sin embargo en las depresiones se acumulan los
sedimentos, por lo que tienen buenos suelos para la agricultura. Estos pueden
ser suelos arenosos o arcillosos.
El granito aflora en las
regiones montañosas, por lo que tenemos un suelo de tipo ránker, que además
presenta pendientes muy fuertes. En esta región son muy habituales las laderas
abancaladas para su aprovechamiento agrícola.
El clima gallego, lluvioso y
templado, es muy bueno para el desarrollo de las especies típicas del bosque
caducifolio. A pesar de que existe al menos un mes de aridez, sólo en el sur de
la región se dan fenómenos de balance hídrico negativo, por lo que sólo aquí
aparecen especies xerófilas pertenecientes al dominio mediterráneo.
La vegetación gallega está
intensamente transformada por la acción antrópica, una transformación que se
remonta a la Prehistoria pero que ha sido más intensa en el siglo XX. Esta
transformación se observa en los bancales de las laderas, la introducción del
viñedo, en el sur, y el avellano, y a partir de 1950, por la intensa
repoblación del bosque con especies de crecimiento rápido y aprovechamiento
económico: el pino y una especie importada: el eucalipto. El pino es una
especie autóctona, pino gallego, pero su extensión por las tierras bajas es
labor de la mano del hombre. Estas especies introducidas ocupan las laderas de
las montañas más próximas a la costa.
La especie dominante del
bosque gallego es el roble, con dos variedades: tozo o melojo, o rebollo,
propio del interior y el sur; y carvallo. Forman el bosque del piso basal. Por
encima, en el piso montano, aparece el haya pero esta es una especie
excepcional, relegada a las regiones más húmedas del interior. Más abundante en
este piso es el avellano y las especies subseriales de acebo, tejo y arce. En
el sotobosque predominan los helechos. En las pocas regiones que aparece el
piso subalpino predomina el abedul, mezclado con servales, acebos, avellanos,
fresnos y olmos.
En los valles orientados
hacia la meseta, del sur orensano, aparecen especies mediterráneas como la
encina. También tienen mucha importancia los bosques de ribera, ligados a los
fondos de valle y con especies como el fresno y el olmo. En Galicia se conoce
como fraga al bosque, y más específicamente al bosque denso de ribera.
La población
La población empadronada en
España se ha reducido por primera vez desde 1996, primer año del que existen
datos oficiales, y a fecha 1 de enero de 2013 había 47.059.533 personas
inscritas, 205.788 menos que un año antes, consecuencia únicamente del éxodo de
extranjeros.
La meteorología
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